ESPEJO Y LA LIBERTAD

El 21 de febrero de 1747 nació Eugenio Espejo. El laborioso proceso de pensar en una sociedad oprimida, de poner por escrito ese pensamiento y debatirlo en círculos como la Sociedad Patriótica Amigos del País de Quito, que él propició, y atreverse a lanzar una publicación como Primicias de la Cultura de Quito, en la sociedad pacata y cerrada de aquella época, hablan de su carácter visionario.

Este científico, pensador, humanista, fue el primer bibliotecario de entonces y periodista cuyo natalicio ha pasado casi inadvertido, justamente en esta hora de debate nacional en el cual las libertades ciudadanas y públicas merecen los mejores foros y su tratamiento debe ser emprendido con apertura y profundidad.

Eugenio Espejo es luz que ilumina el pensamiento. Naturalmente su ejemplo es guía para los periodistas ecuatorianos y su esfuerzo científico en la atrasada sociedad de su época dan cuenta de sus virtudes y capacidad de sacrificio.

Pero su pensamiento trascendió el ámbito de sus competencias profesionales y, como ocurre con los hombres visionarios, luchó por la reflexión profunda que anidaba ya en la estructura social de la Colonia y la crisis de la corona en el continente europeo y advirtió que el futuro merecía la luz de la libertad. De su pensamiento se derivaron luego las jornadas heroicas del primer grito de libertad que le valió a nuestra ciudad el apelativo de Quito, Luz de América.

Y esa luz libertaria empañada por la sangre derramada de los patriotas un año después, anidó la causa independentista que desde la senda marcada por el gran Espejo, figura señera del mestizaje cultural, fue insignia de nuestra historia. Hoy lo recordamos con respeto y admiración los ecuatorianos que amamos y valoramos la libertad.