Hace unos años, España fue un destino ansiado por miles de ecuatorianos que se fueron del país expulsados por la falta de empleo y la crisis bancaria. Allí encontraron trabajo y buenos sueldos, e hicieron un modo de vida.
Si antes los Estados Unidos fueron el destino más preciado, en la última década a España llegaron cerca de medio millón de compatriotas. Muchos rompieron sus hogares, hicieron ingentes sacrificios y lograron enviar sus ahorros para mantener a sus hijos. Otros establecieron nuevos compromisos sentimentales. Desempeñaron tareas duras en el campo, y en general en los trabajos que nadie quería hacer.
La crisis de la burbuja inmobiliaria afectó a los ecuatorianos por dos causas: por un lado, muchos se empleaban en esas tareas. Por otro, algunos de ellos lograron hacer ahorros, los invirtieron en propiedades y hoy están endeudados. La crisis estalló en sus manos.
400 000 ecuatorianos tienen su residencia legal en España. Muchos regresaron por la crisis y se acogieron al plan retorno del Gobierno ecuatoriano con dispares resultados.
De los 400 000 compatriotas residentes en ese país, 131 000 aportan a la seguridad social. Por la crisis 50 000 llegan a cobrar el seguro de desempleo y 83 000 ahora ven cómo su cobertura sanitaria se recorta.
Esto quiere decir que, salvo emergencia, parto o atención a menores, el Estado español ya no cubrirá sus requerimientos como antes sucedía.
El gobierno de Mariano Rajoy, del Partido Popular, se encontró con una crisis que se vuelve inmanejable. Con 24% de desempleo se ve abocado a grandes recortes fiscales y el malestar social es creciente en un país hasta hace poco floreciente donde se ha declarado oficialmente la recesión.