El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) está en crisis. No solamente no pudo derrotar al derechista Partido Popular (PP) en dos contiendas sino que su máximo dirigente naufraga en soledad.
Pedro Sánchez terminó dimitiendo. Fue candidato a la presidencia del Gobierno pero fracasó. El estruendo que causó la irrupción en la política española de dos nuevos grupos como Podemos y Ciudadanos, en el espectro de la izquierda y la derecha, respectivamente, lo convirtió en damnificado.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, ha ganado dos elecciones como primera fuerza, no tiene mayoría suficiente y sus alianzas no le dan la suma para alcanzar la mayoría absoluta.
Lo habitual, antes de la irrupción de los partidos nuevos, era que el partido perdedor entre PSOE y PP, si el triunfador no llegaba al número de la mitad más uno de los diputados, se abstuviera en una segunda votación de investidura y diera paso a la formación de Gobierno. Recordemos que se trata de una monarquía parlamentaria.
Sánchez, duro crítico de Rajoy, no solo que no facilitó ese proceso sino que ha forzado una nueva convocatoria a las urnas en medio de las dificultades económicas y por encima de las criticas de los barones de su partido.
Una tercera convocatoria para diciembre gastaría más el sistema . Ahora Javier Fernández funge de gestor del PSOE y debe buscar la fórmula para no bloquear la investidura. Tarea clave.