El Comité de Comercio Exterior tomó una medida importante y con visión de futuro. Bajar los aranceles para autos eléctricos a cero es positivo.
La medida es loable, ya que elevar el consumo de electricidad y bajar el empleo de gasolina tiene varios beneficios de impacto importante.
La gasolina cuesta, se importa en algunos casos y el hidrocarburo que se transforma bien puede generarle divisas al pais.
Además el combustible es un bien no renovable. No se recupera jamás.
Por el contrario, la electricidad, sobre todo si se va poniendo en uso la energía que generan las costosas plantas hidroeléctricas, emplea un recurso inagotable: el agua.
Las gasolinas también contaminan en alto grado y afectan a la calidad del aire, especialmente en las zonas de alta congestión vehicular.
Sin embargo el incentivo al consumo de autos eléctricos ha sido incipiente. Apenas unos cuantos vehículos híbridos muestran las facetas de los beneficios. Mucho mayor sería el ahorro económico y el aporte a la calidad del aire y la posibilidad de exportar crudo si cada vez hay más automotores a electricidad.
Pero hay varios problemas. No hay suficientes lugares para cargar electricidad. Apenas unos proyectos piloto en la provincia del Azuay y algunos sitios de carga en centros comerciales no abastecerían una demanda creciente todavía.
Es importante que municipios como hizo el de Guayaquil empiecen a cambiar su parque de transporte público hacia automotores a electricidad. En Quito se piensa en lo propio.
El Cabildo quiteño piensa incentivar este cambio eliminando el pico y placa para este tipo de automotores.
Las políticas fallidas en la importación de automotores híbridos y eléctricos del anterior gobierno no han ayudado a crecer este mercado.
Tampoco las empresas productoras de automotores instaladas en el país han visto una oportunidad de mercado todavía.
Sin embargo todo esfuerzo por ahorrar combustible fósil exportar más petróleo y cuidar la calidad del aire vale un esfuerzo colectivo.