El viernes, el Estado de Irán sostuvo elecciones generales. El nuevo presidente es Hasan Rohani. Aunque el líder elegido es de la línea moderada, las tesis fundamentalistas del país, asentado en las antiguas tierras de Persia (Asia), no necesariamente traerá cambio en la geopolítica de la zona. No hay que perder de vista que en la teocracia fundamentalista los ayatolas tienen muchas veces gran influencia sobre el Gobierno.
Las primeras declaraciones alentaban la posibilidad de reuniones con EE.UU., según el tono de autoridades del Departamento de Estado estadounidense. Pero Rohani se ha apresurado a decir que el programa nuclear iraní continúa. La comunidad internacional tiene temores de que éste derive en la bomba nuclear.
La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) está pendiente del proceso de enriquecimiento de uranio, mientras la estación Rusia TV, citando al Canciller de ese país, sostiene que Irán detendría el enriquecimiento de uranio con el fin de distender el aislamiento de la comunidad mundial. Irán sostiene, de acuerdo al portavoz persa de Relaciones Exteriores, que la AIEA está politizada.
Rohani sustituye en el poder a Mahmud Ahmedineyad, un líder radical conservador que se declaró enemigo de Occidente y fomentó buenas relaciones con gobiernos identificados con el llamado Socialismo del siglo XXI. La expectativa por posibles cambios se mantiene.