Egipto: 3 años de caos

En Túnez las protestas populares pronto se regaron por otros países del norte de África y Oriente Próximo. El movimiento se bautizó temprano como la Primavera Árabe.

Las manifestaciones tuvieron desenlaces distintos en países tan distantes como Qatar o Libia. La participación estudiantil y juvenil tuvo un ingrediente particular, como ocurrió luego en Europa con los indignados, se convocó en buena parte por las redes sociales.

Los movimientos populares en el caso concreto de Egipto, acarrearon la caída del presidente Hosni Mubarak. Él había estado en el poder como parte de un ciclo sin alternancia ninguna desde la misma época de Gamal Nasser, pasando por Anuar Sadat, aunque con elecciones. Los tres eran militares. Era la época del panarabismo laico.

Como consecuencia de la caída de Mubarak se eligió a un representante del grupo político de Los Hermanos Musulmanes: Mohamed Morsi. Poco duró el académico y otra vez las protestas populares llevaron a su caída y a la conformación de un régimen de transición que persigue a sus partidarios y ha sido particularmente represivo.

La consulta popular para ratificar la carta constitucional no ha traído sosiego. La lección es que construir formas democráticas y, más complejo aún, modelos que simulen una democracia al estilo occidental, no es cosa fácil en países que, como ha ocurrido en otros estados vecinos, transitan desde las viejas monarquías a gobiernos civiles elegidos en las urnas.

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