Si bien una remisión tributaria tiene aspectos que llaman a la reflexión sobre sus posibles efectos negativos, cabe destacar que la última ha generado una gran respuesta y ha servido para traer recursos frescos al Fisco.
En efecto, hasta la mañana del viernes 28, la recaudación sumaba USD 1 206 millones (1 086 en efectivo y 120 con facilidades de pago). La proyección final es USD 1 250 millones, aunque inicialmente se esperaba la mitad, según la Directora del Servicio de Rentas Internas (SRI).
Es llamativo el número de beneficiarios de la medida implementada por el SRI y avalada por la Ley de Fomento Productivo: 320 000, de los cuales la inmensa mayoría está conformada por micro, pequeños y medianos empresarios. Los grandes contribuyentes son menos del 1%, aunque sus operaciones significan el 84% de lo recaudado.
Desde el punto de vista recaudatorio, la medida resultó efectiva. En un entorno de gran estrechez, los recursos alivian a una caja fiscal urgida por los compromisos del fin de año, y a un Estado con menos recursos petroleros y obligado a seguir endeudándose para cubrir la brecha fiscal.
También es destacable que la remisión tributaria haya tenido una respuesta seria de la mayoría de los beneficiarios de la condonación de intereses, multas y recargos por deudas tributarias a cambio del pago del capital de las obligaciones.
Vista como parte del manejo de la economía, sin embargo, pudiera ser vista como un relajamiento de política tributaria. Además, su carácter coyuntural la coloca entre el tipo de decisiones en donde no se mide el costo-beneficio sino el resultado de corto plazo: tapar los huecos.
En la memoria de la ciudadanía siempre está presente la imagen de quienes se endeudan de modo irresponsable con entidades estatales, a sabiendas de que finalmente serán beneficiarios de una condonación.
Por esas razones, debe haber clara conciencia de que se trata de una decisión excepcional no siempre deseable, pero que dadas las circunstancias ha cumplido con creces los propósitos del Gobierno.