Quito ha empezado en estos días la compleja, pero necesaria, tarea de repensarse con el objetivo de volverse más competitiva. Se trata de un proceso en el cual ya se han embarcado otras capitales del mundo, que se han renovado e innovado, para así explotar al máximo sus potencialidades.
Al margen de banderías políticas, la administración del alcalde Mauricio Rodas ha madurado esa iniciativa. Lo ha hecho con la integración del Consejo Consultivo de Competitividad, una instancia integrada por representantes de diversos sectores.
Los empresarios, los académicos y, en especial, la sociedad civil ayudarán a las autoridades locales en un esfuerzo plausible: hacer de Quito una urbe más atractiva para los inversionistas nacionales y extranjeros.
El Consejo Consultivo se enfoca, asimismo, en dos aspectos igualmente importantes y complementarios: la simplificación de los trámites -como por ejemplo para obtener la Licencia Única de Actividades Económicas- y el impulso del desarrollo industrial. Con un esquema así se aspira a solucionar uno de los problemas más apremiantes en la actualidad para los ecuatorianos en general y los quiteños en particular: la escasez de plazas de empleo.
El mensaje que se envía es claro. Un esfuerzo de este calado requiere el concurso de todos. Por supuesto, también del Gobierno central. Y los residentes están llamados a ser parte de un proceso para mejorar la capital.