Megaobras retrasadas

El actual Gobierno declaró prioritarias varias obras del sector energético cuando llegó al poder hace casi ocho años. La idea fue, entonces como ahora, impulsar una modernización basada en el aumento de la oferta de energía, lo cual entre otras cosas implicaba dejar atrás los apagones.

Proyectos que habían estado en el papel durante años y otros nuevos entraron en la agenda, con la idea de que los contratistas completaran los estudios en el camino. Se cambió la normativa de contratación con el fin de avanzar rápidamente. A la vez, se gestionaron créditos para financiar las obras.

El balance de cuatro de esas megaobras deja un saldo en rojo. El proyecto de almacenamiento de gas licuado de petróleo (GLP) en Monteverde, la rehabilitación de la Refinería Esmeraldas, la Central Hidroeléctrica Mandariacu y la Refinería del Pacífico muestran retrasos y, en consecuencia, costos mayores que los inicialmente previstos.

En el caso de Monteverde, el retraso de tres años en la entrega de la obra incluso pone en duda el beneficio a futuro, pues el anunciado cambio de matriz energética supone reducir la importación de GLP -y por ende su almacenamiento- que hoy se destina, en un 90%, a cocinar y a calentar agua en los hogares.

Los incumplimientos de los constructores y la falta de estudios están en la base de este doble problema. Se supone que se han aplicado las multas y que las respectivas autoridades están al tanto de los problemas, pero es un tema que amerita ser explicado a la ciudadanía.

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