Libertad y respeto

El uso de los espacios de comunicación del Régimen nuevamente rebasa los límites de respeto a la opinión pública.

Una pieza audiovisual, ordenada por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia y emitida por televisión, ofende y agrede a distintos sectores y, por ende, afecta derechos y lastima la libertad, irónicamente allí reivindicada.

La dramatización transgrede los límites de la lascivia que la sensibilidad de sectores sociales y partidarios del ‘proyecto’ político ha dicho denostar.

Se supone una libertad, representada por una mujer, débil, acosada por las palabras, las miradas y los gestos de personajes agresivos. Ellos caracterizan lo que en la mentalidad de los libretistas son los empresarios, los banqueros, los periodistas y los propietarios de medios de comunicación.

Esa no es la realidad sino un relato malsano que se ha insistido en imponer para dividir y polarizar, como parte de una proclamada ‘guerra planetaria’ que ha llegado a un punto de agotamiento.
No, los empresarios de este país no son como los pinta el video de ficción ni los banqueros actúan como se los caricaturiza grotescamente ni la prensa privada merece ese tratamiento cuando ha intentado a través de su trabajo defender valores, derechos y libertades públicas.

Los espacios de debate plural se deben, en buena medida, a una prensa libre que es consciente de una libertad para todos, y no a la versión direccionada y agraviante que el producto de ficción quiere imponer. El país ya se dio cuenta.