Las manifestaciones en distintas ciudades de la Sierra, y con mayor fuerza en Quito, tienen en vilo a los 17 millones de ecuatorianos, su paz y economía.
Un considerable número de provincias desabastecidas por las carreteras bloqueadas; la producción agrícola, lechera y florícola perdida, millones de ecuatorianos que viven de la producción y el comercio de alimentos con daños enormes, hacen la situación insostenible.
La tranquilidad de 17 millones de ecuatorianos merece generosidad. Bajo esa premisa, el llamado al diálogo directo y abierto a los dirigentes que envió ayer el presidente Lenín Moreno es una puerta hacia una salida indispensable. Es de esperar que el mensaje no caiga en suelo estéril, y hay algunas señales en ese sentido.
Es verdad que hay miles de manifestantes en el entorno del parque de El Arbolito en Quito, que rodearon la Asamblea Nacional y que otros grupos violentos siguen asediando al Centro Histórico de Quito, sus habitantes y comerciantes. Pero la mayoría de ecuatorianos quiere trabajar, producir, vivir en paz y restaurar la armonía lastimada en todos estos días. Esto incluye a la gran mayoría de campesinos que viven de su producción diaria y su trabajo.
Unas medidas económicas necesarias impulsaron los resortes de la protesta. Pero los giros nunca vistos que tomaron las manifestaciones, los actos vandálicos, los activistas llenos de odio y afán de destrucción, dieron un tono peligroso a estos días de paro de choferes, marchas indígenas y huelga del FUT, junto a bloqueos complejos que atentan contra los habitantes de varias provincias.
El camino del diálogo que abre Lenín Moreno, la opción de que una mediación de la Iglesia, Naciones Unidas y la Academia colabore en una salida y la participación de ciertos dirigentes de los indígenas con experiencia deben orientar las acciones de las siguientes horas y días.
La destrucción del tejido social y productivo va a acarrear daños irreparables, pero el futuro se construye con medidas de compensación adecuadas y comprensión del momento duro que el país atraviesa. Es hora.