Nada menos que cinco expresidentes peruanos tienen cuentas pendientes con la justicia. En su momento fueron elegidos democráticamente, y ese dato quizás podría llevarnos a sacar conclusiones apresuradas.
Alberto Fujimori dominó durante diez años la política peruana y a los cargos de corrupción que pesan en su contra se suman los relacionados con delitos de lesa humanidad. Su derrumbe tuvo que ver con su afán de perpetuarse en el poder, interrumpido por las revelaciones alrededor de su asesor Vladimiro Montesinos.
En el recambio político del 2001, llegó con nuevos bríos Alejandro Toledo, pero ahora está imputado por haber recibido USD 20 millones de la constructora Odebrecht por cuenta de obras viales. El nombre de esa empresa brasileña se relaciona también con los otros mandatarios imputados: Alan García, quien es acusado de haber favorecido al contratista del metro de Lima durante su segundo mandato, entre el 2006 y el 2011. Hoy está en la Embajada de Uruguay en Lima, a la espera del asilo.
En el caso de su sucesor, Ollanta Humala, fue nombrado por Marcelo Odebrecht como beneficiario de USD 3 millones para la campaña electoral. Por último, Pedro Pablo Kuczynski fue destituido este año cuando se halló una relación entre la constructora y dos firmas a las que él estaba vinculado.
Los ecos del caso peruano no resultan desconocidos en otros países de la región y especialmente en el Ecuador. La trama de corrupción alrededor de la adjudicación de millonarios contratos se volvió una práctica parapetada en triangulaciones y empresas fantasmas difíciles de olvidar.
Brasil es quizás el país en donde más clara quedó la relación del poder político y las prácticas corruptas. La elección de un ultraderechista para la Presidencia de ese país es una reacción a ese estado de cosas.
Más que un mal de la democracia o de las izquierdas o las derechas, es un problema de falta de fiscalización y de transparencia. El caso peruano es solo un espejo en el que se reflejan las prácticas corruptas de políticos sin valores y sin visión de país.