Ishpingo: extraer crudo sin afectar la naturaleza

Ishpingo plantea un dilema de compleja resolución: el equilibrio entre la extracción petrolera y el respeto tanto a los habitantes como al delicado entorno.

El Parque Nacional Yasuní es una zona que el país debe preservar, hay vastas extensiones de tierra con fauna diversa, vegetación abundante -en algunos casos endémica y hasta única -. Lo más importante: en el sector habitan pueblos no contactados o que han preferido mantenerse en aislamiento voluntario.

En esa misma zona las inmensas reservas petroleras están bajo tierra y el Ecuador demanda de dinero para su desarrollo. Es clave una extracción que cuide el entorno natural, en la medida de lo posible que no lo toque y que respete a las personas que decidan mantenerse sin contacto.

Bastaría que se aviste a grupos humanos que estén en aislamiento voluntario por la zona para que cualquier trabajo de perforación o movimiento de tierras se suspenda.

En el campo Ishpingo, el Estado abrirá 205 pozos de explotación, de los 293 planificados originalmente. Ishpingo es parte de ITT (con Tambococha y Tiputini) y Petroecuador tiene planificado que hacia mediados de 2018 se empiece a extraer hasta 18 000 barriles diarios de crudo.

Pero la extracción no basta. Hay que conectar el crudo con otros ductos y esa conexión y los caminos para que se movilice el personal petrolífero suponen impactos inevitables.

El país debatió el tema por años. Yasunidos -colectivo ambientalista- se opone a toda operación. La Asamblea declaró la zona de Interés Nacional; en el 2006 hubo un pronunciamiento de la Comisión Interamericana para los Derechos Humanos. En 2007, el gobierno de Alfredo Palacio se opuso a las operaciones. Rafael Correa fracasó en la iniciativa ITT contra la extracción, por falta de apoyo internacional.

La actividad solamente puede realizarse cuidando de modo nítido la zona de amortiguamiento. No hay que olvidar que la Consulta Popular propuso ampliar la zona considerada como intangible y restringir el espacio de producción.
El dilema sigue abierto.

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