El Gobierno ha decidido integrar el Comité de Operaciones de Emergencia y adoptar medidas drásticas para frenar la propagación del coronavirus.
Es probable que, de acuerdo con la medición de la expansión de los contagios, las medidas se profundicen.
Algunos impactos directos en la economía, como este Diario viene advirtiendo, se explican por un mundo interdependiente en grado sumo.
Ante posibles nuevos escenarios, las autoridades deben garantizar que siga operando el sistema de pagos y que los servicios de agua, energía, comunicaciones y abastecimiento de alimentos sigan fluyendo de forma enteramente normal.
Los sistemas bancarios deben contar con la adecuada disposición de recursos, monedas y billetes, hacer pagos y recibir depósitos de dinero.
Sin desdeñar las transacciones electrónicas que tanto ayudan y hacia las que debemos tender en un sistema de bancarización y del aumento del uso de las tecnologías, las oficinas bancarias deben operar con la mayor normalidad.
Para que todo eso funcione, el Banco Central debe coordinar con el sistema financiero y bancario las acciones para garantizar la suficiente liquidez que la sociedad demanda.
El Fondo Monetario Internacional recomienda medidas en situaciones de emergencia en cuanto a los pagos de créditos que debieran estudiarse y adoptarse para que todo el sistema siga operando normalmente.
En la perspectiva de un posible nuevo momento, cabe que el sistema de crédito y la exigencia de pagos se flexibilicen. Se puede lograr acuerdos entre deudores y acreedores, extensión de plazos para los pequeños deudores y reestructura de las condiciones con las grandes empresas, tomando en cuenta que cada caso tiene un escenario específico, para que todo marche de la mejor manera.
La idea es precautelar que las finanzas sigan funcionando para que cuando superemos la emergencia sanitaria y los riesgos para las vidas humanas, el país se encuentre fuerte para producir y recobre el ritmo habitual para crecer, generar empleo y superar este tiempo difícil.