La economía en dificultades por la herencia del pasado y la falta de acciones profundas marcan un círculo vicioso, si las respuestas siguen dándose solo en el plano político y no se mira con realismo el futuro inmediato.
La Pro forma presupuestaria del 2019 llegó a la Asamblea Nacional sin mayores opciones. Pocos recortes en gasto corriente, aunque sí en inversiones, mucha deuda por atender y un déficit por financiar calentaron la cancha del debate político.
Puntos siempre críticos son la salud y la educación, máxime en un país con deudas sociales atrasadas y falta de suficiencia en la atención sanitaria y problemas en la seguridad social. Se añade al debate la proyección del precio del petróleo para el próximo año, en momentos de cotizaciones a la baja en el mercado mundial. Asimismo, se reclama falta de claridad sobre un buen porcentaje del financiamiento para el 2019.
Como era de suponerse, no bastó la explicación del Ejecutivo sobre las causas de la penuria fiscal, frente a los planteamientos de los legisladores de los bloques opositores (Creo y socialcristianos en la derecha; Suma, y Revolución Ciudadana en el lado correísta). El documento finalmente fue devuelto anoche, con el voto de 90 asambleístas, para que el Ejecutivo lo reformule en los diez días que tiene de plazo.
Quedan varias cosas en evidencia, pero sobre todo una: a estas alturas del debate, el peso de los argumentos políticos ante unas necesidades tan reales como acuciantes es mínimo.
A todos los ecuatorianos les interesa contar con un presupuesto realista y que las expectativas de crecimiento, aunque mínimas, se cumplan.
El Gobierno tiene una gran tarea, pues queda a prueba su margen de gestión de la deuda. Poco se sabe sobre las citas en Washington y menos aún sobre el alcance del viaje a China, previsto para el próximo mes.
Ante una realidad tan complicada deben primar los argumentos técnicos, la gestión y la información. Es posible que la política, buena para la etapa de diagnósticos, no aporte las salidas indispensables frente a una crisis cuya gravedad ya se conoce.