Un triángulo de seguridad le llaman. Es una operación combinada militar entre Ecuador y Estados Unidos.
Los aeropuertos de Guayaquil, Manta y San Cristóbal -en las Galápagos- se usarán para tratar de mantener el mar territorial y el espacio aéreo libre de naves sospechosas.
Las operaciones de distintas mafias de narcotráfico no son cosa de hoy. Los cargamentos que salen con droga desde los laboratorios instalados cerca del cordón fronterizo de Ecuador y Colombia son constantes.
Esos laboratorios están a su vez cerca de las miles de hectáreas de sembríos ilegales en los departamentos de Nariño y Putumayo en Colombia.
Varios grupos delictivos fuertemente armados operan en la zona; también los grupos residuales de las FARC y los insurgentes de ELN hacen operación mafiosa con altos contactos internacionales (se presume que con carteles mexicanos).
Los cargamentos han salido por aire y mar. Muchos de los matutes pasan por Ecuador. Salen en avionetas -varias han caído, otras vulneran un deficiente sistema de radares-. También son enviados en lanchas ,se cambian de embarcaciones y navegan rumbo a Centroamérica, México o Estados Unidos. Muchas veces las fuerzas del orden del país han atrapado submarinos caseros con capacidad de llevar jugosos cargamentos.
Ahora los aviones norteamericanos tipo Orion 3 y Awac tendrán equipos para peinar radios amplios de zonas marítimas y aéreas (ver nota de este Diario publicada ayer).
Se trata de una operación contra el crimen organizado para tratar de cortar de raíz sus rutas.
El dinero de las mafias corrompe todo. Compra jueces y policías, amenaza a toda la sociedad. Impone su lenguaje de terror y muerte.
Ecuador está comprometido en la lucha contra el narcotráfico. La cooperación es bien recibida pero se debe respetar la soberanía nacional.
Las operaciones siempre deben ser supervigiladas y admitidas por mando nacional y, claro, es imprescindible pedir sumo respeto al país y a la población civil. Es la forma de llevar las cosas en calma.