El debate sobre las libertades atravesó la década del Gobierno que dejó el poder el 24 de mayo. A pocas horas de abandonar Carondelet, el ex mandatario envió un proyecto a la Asamblea Nacional; se trata de la regulación de las redes sociales y la internet, a propósito de los contenidos de odio y discriminación.
El mundo de las redes sociales es un espacio amplio de libertad y comunicación sin controles. Por esa vía circulan millones de noticias, además de rumores y comentarios de toda índole, pero también calumnias y campañas de falsedades que se podrían considerar ofensivas y denigrantes.
Ese espacio se preservó cuando, por ejemplo, se tramitó la Ley de Comunicación que está vigente.
Las campañas políticas usaron las plataformas hasta el hartazgo con afirmaciones de todo tipo. Muchas pueden haber afectado la honra, cierto es. Los ‘trolls’, con mensajes destructivos, operan desde el poder en muchas partes del mundo con efectos perniciosos. ¿La solución es eliminarlos multando a los proveedores digitales y obligándolos a reportar a la Fiscalía contenidos que consideran delictuosos?
No, esa afectación a las libertades en ese último resquicio que se intenta controlar, no es una medida sana. En otras leyes, además, existe el sustento suficiente para penar posibles delitos. La idea debiera ser archivada, al tiempo que se reforma la Ley de Comunicación. Ecuador no sistemas como los de Corea del Norte, Cuba o China.