El Ministerio de Inclusión Económica y Social dio por terminado el convenio de comodato con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) con una fría comunicación. Deberá dejar la que fue su sede en 15 días.
Es toda una ironía que sea el ministerio con ese nombre el que desaloje a la Conaie. Es otra ironía que se aluda a la urgencia del local cuando, si hubiese buena voluntad, seguramente existe en el inventario de inmuebles en manos de entidades estatales y autónomas, decenas, si no centenas, de edificios que se presten a los loables fines que busca el Ministerio.
Llama la atención que justo unos días después de inaugurada la pomposa sede de la Unasur, con un costo millonario, para una burocracia dorada y reuniones con discursos muchas veces retóricos, a la Conaie se la despoje de su casa.
La Conaie recibió su sede en el gobierno de Rodrigo Borja. En ese tiempo los indígenas alzaron su voz, pusieron en vilo al establecimiento y consiguieron reconocimiento de una sociedad que les había negado el pan y la sal durante siglos. La Conaie y su expresión política, Pachakutik, tienen una razón de ser en un país que se reclama aún desde la retórica oficialista, plurinacional, pluriétnico, multicultural, etc.
Muchas veces hemos criticado los métodos de protesta y las ideas radicales del movimiento indígena, pero no debemos negar la razón que le asiste de existir y tener espacio. El Gobierno cae en una contradicción más entre discurso y acción.