El gobierno de Rafael Correa acude al Fondo Monetario Internacional (FMI). Se trata de un crédito de facilidad rápida, para abordar los ingentes gastos que exige la reconstrucción tras el terremoto del 16 de abril.
Así, el país completa una batería de empréstitos con los organismos multilaterales, a los que había ido accediendo paulatinamente en los últimos días: Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Corporación Andina de Fomento (CAF), Banco Mundial (BIRF). Los créditos suman USD 660 millones.
El préstamo del FMI podría llegar a un máximo de USD 370 millones. Hay tres años y medio de gracia y un plazo de 10 años. El FMI evalúa previamente la justificación a la línea crediticia.
El Ecuador viene acercándose al Fondo de modo paulatino, y algunas misiones del organismo se han hecho presentes para analizar el estado de cosas, aun antes del sismo reciente.
El país desdeñó durante años las relaciones con los multilaterales, como parte de un discurso que reivindicaba lemas relativos a la soberanía. Si bien las autoridades se cuidan de remarcar que no hay condicionalidades y el país no las aceptaría, cabe reconocer que la compleja situación impone otras consideraciones. Es un momento distinto.
Los onerosos créditos con China, la entrega de petróleo como anticipo y los plazos cortos fueron parte de la política de endeudamiento que eligió el Gobierno. El retorno a los multilaterales quizá sea una buena elección.