Ecuador está en un proceso de apertura comercial. La firma de acuerdos o tratados con Estados Unidos y China, dos de sus principales mercados de exportación, está entre las prioridades de la administración de Guillermo Lasso.
La siguiente semana, concretamente el martes y miércoles, Guayaquil será la sede de la cuarta reunión del Consejo de Comercio e Inversiones (TIC, por sus siglas en inglés). La intención es que Ecuador y Estados Unidos busquen nuevos ejes de trabajo para cimentar el camino hacia la firma de un acuerdo en el futuro. Se prevé la presencia del embajador estadounidense Jayme White, encargado del Hemisferio Occidental, Europa, Medio Oriente, Trabajo y Medio Ambiente.
Hasta noviembre pasado, las exportaciones ecuatorianas no petroleras hacia el mercado estadounidense crecieron un 19% con respecto al mismo período de 2020, mientras que las importaciones no petroleras, que llegaron a Ecuador, subieron un 26%.
Con China, en cambio, se pretende lograr un tratado este mismo año, aunque durante las negociaciones no hay certezas en el tiempo. Lo importante es entender cuáles serían los beneficios y amenazas de alcanzar un acuerdo con la potencia asiática.
Lo positivo: la oferta exportable nacional paga cada año más de USD 140 millones por aranceles para ingresar a China. Los principales rubros que enfrentan esta imposición son camarón, banano, frutas no tradicionales, pescado, madera en bloques, rosas, artículos de cuero… Los aranceles oscilan entre 5% y 30%.
Con un acuerdo se podría igualar los beneficios que tienen otros proveedores del consumidor chino como India o Filipinas. La India, por ejemplo, paga la mitad de arancel por su camarón y Filipinas, nada por el banano. A eso debe apuntar Ecuador.
Lo negativo. Los empresarios vinculados con los textiles, cerámica, metalmecánica, entre otros, tienen preocupación por un incremento en las importaciones chinas. En ese caso, Ecuador puede mirar la experiencia de países como Perú, que lograron canastas de mayor sensibilidad, que otorgan períodos de al menos 15 años de desgravación arancelaria.