Más allá de las distintas visiones sobre las recientes líneas de acción del Gobierno Nacional en materia económica están las urgencias nacionales.
Crecer la economía, hacerlo de manera sostenida, atraer la inversión extranjera procurando seguridad jurídica y crear miles de plazas de trabajo.
El asunto es buscar un equilibrio. La década perdida fue sistemática en denostar a los empresarios privados -pese a que muchos hicieron negocios con el sector público- y fortalecer un sistema donde todo dependía del Estado.
La cara más angustiosa de la dependencia estatal es Venezuela. Allí se liquidó la producción nacional y la extracción de petróleo sostuvo el aparato de la economía hasta que los precios internacionales se derrumbaron.
Una propuesta distinta lanzó en Argentina Mauricio Macri para superar la etapa populista de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, cuyos regímenes enfrentan acusaciones de millonaria corrupción.
La receta liberal tampoco resultó. El alza de las tarifas de servicios básicos represadas perversamente por el kirchnerismo pasó factura con el descontento social. Argentina se aferra al FMI pero la inflación sigue galopante, el peso se devalúa y la protesta gana la calle.
Vista la foto de los polos de Sudamérica, el Ecuador debe buscar un modelo que privilegie el bienestar de la gente, dando confianza para aumentar el empleo y con el menor rango de subsidios posible.