Franco y directo pero simple, apelando a lo emocional, el discurso del 45° presidente de los Estados Unidos se pareció más a una línea continua de sus pronunciamientos de campaña que a la hoja de ruta de un estadista.
‘América first’, volver a hacer grande a América, pueden ser frases que emocionen a millones de sus seguidores, pero en un mundo globalizado es una apuesta que puede resultar peligrosa cuando la geopolítica mundial requiere de un manejo quirúrgico y una diplomacia provista de tino y buen pulso.
En esa materia, la promesa de arrasar al terrorismo extremo puede alimentar tantos anhelos como frustraciones, cuando la violencia integrista mancha de sangre el planeta. No parece un propósito militar fácil de cumplir y la violencia puede escalar. ‘América first’ también significa concentrarse en el mercado interno, algo que luce imposible en la lógica de la complementariedad del comercio mundial.
Este atípico Presidente no nació de la línea tradicional del partido Republicano sino que provoca un remezón en un establecimiento sorprendido. Su mandato empieza con una nación dividida y el mundo expectante.
Ayer una mujer afrodescendiente prefirió no salir a la calle para evitar algún brote violento en su contra. Las manifestaciones de rechazo a Trump fueron reiteradas no solo en la capital de EE.UU., sino en ciudades tan distantes como París o Buenos Aires. Se vienen tiempos difíciles.