Varios de los accidentes registrados cotidianamente se deben a causas distintas.
Muchos de los choques, por ejemplo, se deben a falta de pericia al conducir. Otros, a la imprudencia de conductores, motociclistas, ciclistas y peatones. Las fallas mecánicas y la embriaguez provocan a accidentes.
Los datos que publicó el 28 de julio EL COMERCIO dan pistas de un elemento más en las estadísticas. En los primeros seis meses de 2016 3 348 siniestros viales fueron causados por la distracción, deliberada o inconsciente.
Los datos son decidores. Hablar por teléfono – o usarlo para escribir o recibir mensajes y leerlos -, maquillarse, hasta ingerir alimentos y algo más insólito aún: ‘ver televisión’, son algunas de las sorpresas que arroja la estadística.
Desde la aparición de los teléfonos celulares y su uso generalizado -que tantas prestaciones tiene para la comunicación individual, personal, familiar y empresarial y que tantas ventajas supone en la vida contemporánea-, la distracción por su uso reiterado e inadecuado es un factor peligroso.
Conductores hablando, discutiendo y gesticulando se ven diariamente en las calles. Grandes buses con sus responsables que sostienen un aparato telefónico en el oído son pan de cada día.
Pero el tema pasa de la anécdota, va más allá. Los accidentes producen al menos disgustos, daños materiales, heridos y hasta muertes como registra la autoridad de tránsito: 391 en el período medido. ¿Vale la pena?