Luego de la gira del Presidente y, especialmente tras su visita a Alemania, se abrieron nuevas perspectivas alentadoras para trabajar sobre potenciales acuerdos comerciales y reabrir los diálogos con la Unión Europea. Esa página prometedora ha tenido su contraste en declaraciones y acciones políticas consecutivas y circunstanciales.
El Presidente comentó sobre un aspecto que mueve a las emociones profundas del pueblo colombiano, como son las tratativas de paz entre el Gobierno de ese país y el grupo terrorista de las FARC, que Rafael Correa no considera tal.
Más tarde calificó al candidato opositor en Venezuela, Henrique Capriles, de golpista, pese a que se presentó a elecciones y obtuvo casi la mitad de los votos de sus conciudadanos.
Luego, un episodio tan lamentable como fortuito -la trifulca del Embajador ecuatoriano y dos ciudadanas peruanas- se volvió un conflicto diplomático y desató una serie de críticas que tardaron en aplacarse. El retiro de los embajadores no debiera empañar las relaciones construidas con buen criterio y buena voluntad en estos años de paz.
Y el más reciente capítulo fue el ultimátum al Embajador de Estados Unidos, por haberse hecho presente el Día de la Libertad de Prensa en la Unión Nacional de Periodistas (UNP). Son aspectos que merecen análisis profundo y cabeza fría en pro del país, para no sobreexponerlo en el concierto internacional.