Hoy se recuerda en muchos países el Día Universal del Trabajo. La fecha alude a una protesta laboral ocurrida en Chicago en 1886 y la ejecución de cinco trabajadores y otros tres apresados de por vida, que trajo como consecuencia la reducción de la jornada laboral a ocho horas.
Curiosamente, en Estados Unidos, donde se produjo la represión y la muerte de los dirigentes obreros, el día no es feriado.
La tradición ecuatoriana de la conmemoración del Día del Trabajo traía grandes marchas de obreros y campesinos. En tiempos de dictaduras y aun de gobiernos democráticos, las marchas y las consignas eran momento de enfrentamientos políticos y tensiones represadas.
Las conquistas laborales, las angustias sindicales, la ansiedad por nuevos avances sociales acompañó tradicionalmente a las marchas sindicales, y los gobiernos y sus fuerzas de orden público siempre se preparaban para refriegas e incluso para reprimir, si los manifestantes causaban desmanes. Apocadas en su representación política las fuerzas de izquierda, en función de los cambios planetarios y la concentración de poder en el Ecuador, ahora son los propios altos funcionarios los que anuncian el orden de las manifestaciones acompañadas por la fuerza pública y con rutas predeterminadas.
Las relaciones obrero-patronales atraviesan nuevos momentos y el 1 de Mayo combativo de antaño parece haber quedado para la historia.