Carles Puigdemont, el hasta hace poco influyente político catalán, cayó en desgracia. Ahora está detenido en Alemania.
El político, que goza de la popularidad de sus partidarios y los grupos catalanes separatistas y cuya acción provocó duros debates, confrontación ciudadana y hasta unas nuevas elecciones, hoy aguarda que un fiscal examine el caso.
A Puigdemont le llegó su Waterloo. Una derrota lejos de su casa temporal ubicada en el emblemático poblado belga donde el ‘gigante’ Napoleón sufrió su revés militar.
Puigdemont volvía de Suecia, Finlandia y Dinamarca y una operación policial detectó el movimiento de su automóvil y contactó con la Policía alemana. En contra del líder catalán pesa una orden de captura internacional.
Hasta el momento Puigdemont había logrado sortearla gracias a la legislación de Bélgica. Pero la legislación en Alemania parece ser distinta y la rebelión -como la que encabezó contra el Estado español- podría tener consideraciones análogas.
Su libertad o el proceso de extradición a España dependen ahora de un dictamen fiscal.
Mientras tanto, en Londres, el pirata informático Julian Assange, que abusa de la hospitalidad asilado en nuestra embajada, otra vez se ha permitido hacer declaraciones sobre el tema.
Todo irrespetando las buenas relaciones del Ecuador con el Reino Unido y España.
Sus desplantes contravienen, una vez más, la advertencia del Presidente ecuatoriano y las normas del asilo.