Mayo de 2025 será difícil de olvidar para el deporte ecuatoriano. En solo unas semanas, los colores de Ecuador brillaron en distintos escenarios del mundo: en las cumbres de las carreteras italianas, sobre el ring de la UFC y hasta en la cima del mundo, el Everest.
Richard Carapaz volvió a vencer en el Giro de Italia, seis años después de su última victoria parcial en la ‘Corsa Rosa’, y Martín López se coronó campeón del Tour de Hungría.
La selección femenina Sub-17 de Ecuador se clasificó al Mundial de la categoría y en la marcha atlética, Jordy Jiménez, Johanna Ordóñez, Óscar Patín y Saúl Wamputsrik sumaron medallas continentales.
Kiara Rodríguez, con un salto de 6,47 metros, impuso un nuevo récord mundial en paratletismo y Michael Morales sigue invicto en la UFC y se perfila como una estrella global.
Patricio Arévalo, por su parte, escribió historia al llegar a la cima del Everest sin oxígeno suplementario.
Mayo también marcó el regreso de Jefferson Pérez al centro del deporte nacional, esta vez desde lo dirigencial.
El campeón olímpico ganó la vicepresidencia del Comité Olímpico Ecuatoriano. Su elección en esa dignidad no debe entenderse como un trofeo más, sino como una responsabilidad mayor.
Desde el COE y con un nuevo gobierno por instalarse el 24 de mayo del 2025, el desafío es grande: que el deporte deje de depender de impulsos aislados y tenga una política más clara, sostenible y transparente.
En un mes extraordinario, se debe recordar que el éxito no puede cegarnos.
Detrás de cada medalla, hay historias de sacrificio y necesidades urgentes. Que el entusiasmo se convierta en apoyo real. Que el presupuesto no se pierda entre burocracias. Que el reconocimiento llegue también en la derrota, cuando más se necesita.
Que los dirigentes recuerden que los verdaderos protagonistas son los deportistas. Y que el país los abrace, sin condiciones, siempre.
El deporte no solo da gloria. También enseña el carácter de un país. En mayo, Ecuador mostró el suyo. Ahora toca sostenerlo.