Quito es una ciudad dinámica y en movimiento. El crecimiento del pulso ciudadano se expresa en obras de envergadura que hay que discutir de modo abierto.
En las últimas semanas se ha visto una fase de emprendimiento municipal, que ha entrado en una desacostumbrada exposición de obra pública.
Así, se construyen intercambiadores en dos nudos gordianos del tráfico como Carapungo y la avenida de Los Granados, que en breve desfogarán un enorme flujo de automóviles con significativo ritmo y aflojarán la tensión.
Un proyecto que ha desatado inquietud es aquel del intercambiador de tránsito de la Plaza San Martín, justo en la entrada del túnel Guayasamín, que conecta la ciudad con la avenida Interoceánica y que será un vital conector con las zonas de Cumbayá, Tumbaco, Puembo, Pifo y el aeropuerto.
Además, la construcción del primer tramo del proyecto Quito Cables, para dar movilidad a miles de habitantes de barrios populosos, ha mostrado grandes expectativas y a la vez resistencia.
Y seguirá la construcción del Metro.
Una ciudad que se transforma tiene su pulso propio y polémico. Bajo la premisa de que el bien común está sobre el interés particular, cabe proponer que se evite desfogar la pasión en las calles y la descalificacion en las redes. Es mejor generar foros académicos y ciudadanos con argumentos técnicos para que las obras sean comprendidas en su dimensión por los vecinos, y a la vez se acojan sus inquietudes.