El primer tramo de la actuación del nuevo Consejo de Participación Ciudadana deja una experiencia negativa.
Hasta ahora, se ha mostrado un afán de protagonismo en varios de sus miembros y una tendencia a descalificar al Consejo Transitorio.
A los nuevos consejeros, elegidos con un porcentaje poco significativo del padrón, cabe recordarles los alcances de su función y los límites con que llegan al cuerpo colegiado.
Cabe decir que las acciones del Consejo Transitorio, cuyo aporte cívico el país civilizado no se cansa de destacar, están blindadas por la decisión de la Corte Constitucional.
No se puede rever lo actuado.
Otro tema importante es que el mandato popular de la Consulta de febrero del año 2018 dio un nítido mensaje al Cpccs – Transitorio: renovar autoridades en el país.
El espíritu del Consejo de Participación no debe ser político- partidista, por eso es que el intento perverso de hacer propaganda por tal o cual candidato y la interferencia de ciertos dirigentes silenciosos o hasta ausentes del país es deleznable.
La idea escrita en la norma constitucional es que los consejeros sean independientes. Que no estén al servicio de la política y peor de tendencias que intentaron copar el poder total dañando la democracia, denostando al que pensaba distinto y conculcando las libertades.
Los signos de estos días son demagógicos y hasta extravagantes. La imposición de alguien que puede ser funcional políticamente es un absurdo.
Las consignas de los ‘partidarios’ del Presidente, como aquellas de la ‘espada de Bolívar que camina por América Latina’ y ‘prensa corrupta’, así como el pedido de Asamblea Constituyente solamente son evidencias de la tendencia que intenta manipular al sacerdote e impulsa su discurso victimista.
Pretender impedir a los consejeros de minoría expresarse en una rueda de prensa; decir que deben pedir permiso para hacerlo y los ataques verbales de pseudo activistas sociales a la prensa, es volver al pasado reciente de oprobio y vergüenza. Que la razón y la ley imperen.