La condonación de deudas es una práctica recurrente en Ecuador. Es una salida, especialmente cuando los desastres naturales golpean al país. Este alivio temporal, que se repite hoy con las inundaciones, es una solución temporal que beneficia a productores afectados. Sin embargo, como ha ocurrido en gobiernos anteriores, esta medida no ofrece una respuesta a largo plazo.
Rafael Correa, por ejemplo, condonó deudas a pequeños agricultores tras el terremoto de 2016 y por otros eventos. Lenín Moreno también perdonó y refinanció deudas, en 2019, con el fin de “reactivar la producción”. En el gobierno de Guillermo Lasso también se implementaron políticas de alivio financiero tras la pandemia y los desastres relacionados con el fenómeno de El Niño. El presidente Daniel Noboa optó por la remisión de créditos coactivados y ahora condonó deudas de hasta 10 mil dólares para los agricultores afectados por las fuertes lluvias de 2025.
Este ciclo de condonaciones, aunque políticamente efectivo desde los años 80, no resuelve problemas estructurales del sector agrícola. Las inundaciones, las sequías y los constantes desastres naturales revelan la fragilidad de la infraestructura y las debilidades en la preparación.
Los productores no cuentan con tecnología adecuada, sistemas de riego eficientes o acceso a seguros agrícolas de forma masiva que los protejan ante eventos climáticos. Conforme pasan los años y los gobiernos de turno, los problemas estructurales siguen siendo los mismos.
Lo más crítico es que el Ecuador se afrenta a eventos climáticos adversos y cada vez más extremos. La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos y el Instituto Nacional de Meteorología a e Hidrología (Inamhi) lo han advertido, en varias ocasiones. El Ecuador es un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático y tomando en cuenta los últimos acontecimientos las acciones de prevención para enfrentar dicha vulnerabilidad aún no es la óptima.
Algunos países enfrentan este tipo de problemas con una visión a largo plazo. Japón, por ejemplo, invierte en infraestructura resistente y sistemas de alerta temprana. De esta manera está listo para reducir el impacto de los desastres naturales. En América Latina, Chile mejoró sus sistemas de seguros agrícolas. De esta manera permite que los productores se preparen mejor ante sequías o lluvias torrenciales. En Ecuador, sin embargo, seguimos sin adoptar estrategias que realmente fortalezcan a los agricultores frente a las amenazas naturales, en el largo plazo.
Organismos internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han demostrado que cada dólar invertido en prevención puede ahorrar por lo menos siete dólares en respuesta a desastres. A pesar de esto, Ecuador sigue optando por la condonación de deudas, una medida que no ayuda a mejorar la resiliencia de los agricultores ni a prevenir futuras pérdidas.
Los problemas estructurales, como la falta de inversión en infraestructura resistente y acceso a tecnología, no pueden seguir siendo ignorados, aún más tomando en cuenta que Ecuador tiene potencial agrícola, ganadero y turístico. Aunque la condonación de deudas alivia temporalmente a los productores, el país necesita enfocarse en soluciones sostenibles y en la preparación ante los desastres. Solo así podremos proteger el futuro del sector agrícola y evitar la repetición de estos ciclos destructivos.