La pandemia trajo también más venta informal en las calles de la capital. Es lo que tradicionalmente ha ocurrido en cada crisis. Cuando la economía formal (las empresas de todo tamaño) y el sector público no pueden sumar a sus filas a la fuerza laboral que tiene el país, son las veredas, las vías, los semáforos los lugares que acogen a las personas que salen a vender lo que pueden para sobrevivir.
El Centro Histórico de Quito es uno de esos lugares donde esa realidad es patente. El Municipio capitalino ha emprendido un proceso en busca de una solución a largo plazo, que dé una alternativa digna a los vendedores informales y que permita a la zona colonial de la ciudad tener un orden que la deje explotar más y mejor su gran potencial turístico, para beneficio de todos. Ese proceso consiste, en gran medida, en ofrecer a los vendedores espacios ya existentes en mercados municipales, donde puedan desarrollar su actividad de manera formal y en mejores condiciones. De a poco se suman los comerciantes, pero surge la duda de si será suficiente la oferta municipal.
La Alcaldía ordenó un censo cuyos resultados indican que en la zona urbana de la ciudad hay 12 089 comerciantes minoristas, entre informales y formales, es decir, quienes ya tienen sus quioscos o puestos de venta regularizados. Estos últimos, dice el censo, representan el 22,2% (2 691 vendedores). Es decir, los no regularizados suman 9 398. El Municipio contaba con 1 500 vacantes en los 54 mercados donde los comerciantes pueden ser ubicados. Hasta ahora, 771 fueron asignados. Es decir, sobran poco más que 700 puestos. Claramente, no serán suficientes. Más si se considera que en el censo solo constan las personas que accedieron a dar información y, además, faltan contabilizar los vendedores de zonas rurales del Distrito, entre los que se cuentan Calderón, la zona de mayor crecimiento poblacional. El Municipio puede abordar el problema en función de sus capacidades y competencias. Pero, en realidad, la solución digna y a largo plazo pasa porque se dé la ansiada reactivación económica, con oportunidades formales para quienes hoy viven del día a día.