El pueblo colombiano apostó mayoritariamente por un voto de confianza y continuidad al gobierno de ocho años de Álvaro Uribe, al elegir a su continuador y ex ministro como Presidente 2010-2014.
Juan Manuel Santos, del partido de la U, venció al ‘outsider’, el peculiar Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá postulado por el Partido Verde.
De este modo, la política de seguridad democrática, como la bautizó el presidente Uribe, y que consistió en una sostenida lucha por derrotar a la guerrilla narcoterrorista de las FARC, recibió un amplio respaldo popular en las urnas. Ahora el reto de Juan Manuel Santos es darle un giro a esa lucha combinando importantes ingredientes de contenido social para derrotar el desempleo y lograr la inclusión de millones de colombianos en el proceso de desarrollo.
No es tarea fácil; la violencia, enquistada en la vida política de Colombia y su particular versión en manos de un grupo subversivo de prácticas criminales contra la población civil de los campos y ciudades, demanda una política de Estado sostenida.
El Presidente electo hereda los vínculos políticos con los paramilitares y los casos siniestros de los ‘falsos positivos’ (muertos presentados por las fuerzas del orden como supuestos guerrilleros).
El fin de la campaña supone para las relaciones entre Colombia y Ecuador un nuevo momento. Desde aquí esperamos que se abra un canal de diálogo respetuoso entre los mandatarios que permita seguir en la normalización de nuestras relaciones diplomáticas ya iniciado, y que se habían interrumpido tras la incursión en Angostura.
Santos incluso ofreció entregar las computadoras de Reyes para facilitar ese camino. Con un diálogo franco y directo se puede construir una relación de confianza que atienda a la historia común y a los fraternales vínculos de ambos pueblos.