El jueves, siete de los nueve miembros del politburó del Partido Comunista de China dejarán el poder. Entre los cambios estará el de los dos líderes políticos de los últimos años: Wen Jiabao y Hu Jintao. Este cambio llega en medio de las severas denuncias que una investigación del New York Times reveló a la luz pública mundial. Una fabulosa corrupción que rodea a la familia del político y suma USD 2 700 millones. La trama familiar que incluye a madre, hijos, hermanos y cuñados muestra que el poder ejercido por largos períodos tiende a la corrupción.
Lo importante de esto estriba en que el Partido Comunista, hegemónico en el poder desde el triunfo de la revolución que lideró Mao Tse Tung, mantiene tal control de la cosa pública que la falta de libertad de expresión y prensa impide que los millones de habitantes de la nación más poblada del planeta se haya enterado siquiera de alguna de estas denuncias.
En esto radica la importancia de una prensa libre e independiente del poder político, que solamente es posible en un sistema democrático. Es justamente lo que los gobiernos autoritarios o de partido único no quieren.
China, una potencia cuyo poder crece y se proyecta por todo el orbe, tendrá desde el jueves nuevo líder: Xi Jimping. Como sus predecesores, es también un elegido de la nomenclatura revolucionaria. Se lo considera un conservador con vínculos con el poder militar, pero que admira ciertas costumbres de Estados Unidos, al punto que su hija estudia en la universidad de Harvard.
Él podría enfocar cambios a la férrea estructura y profundizar la apertura del modelo estatista elegido por el Partido Comunista, hacia una economía que mejore las condiciones de vida de la gente que aún vive en la marginación.