Las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 5 de noviembre de 2024 han dejado lecciones importantes sobre el papel de las redes sociales y la influencia de las celebridades en la política moderna. El triunfo de Donald Trump sobre Kamala Harris ha puesto de manifiesto que la fama y el respaldo de estrellas de cine y música no garantizan el éxito electoral, y que las narrativas mediáticas tradicionales pueden ser desafiadas eficazmente a través de plataformas alternativas.
A pesar del apoyo de figuras como Taylor Swift, Beyoncé, Lady Gaga y Bad Bunny a la campaña de Kamala Harris, este respaldo no se tradujo en una victoria electoral. Este fenómeno subraya una realidad cada vez más evidente: la fama no es fácilmente transferible al ámbito político.
Los seguidores de estas celebridades no necesariamente adoptan sus posturas políticas, lo que revela una brecha entre la admiración por un artista y la alineación con sus opiniones políticas. La campaña de Harris intentó capitalizar la popularidad de estas estrellas para atraer a votantes jóvenes y diversos. Sin embargo, este enfoque demostró ser insuficiente para abordar las preocupaciones más profundas del electorado. Como han dicho diversos analistas políticos: La fama de los famosos puede atraer atención, no obstante, no se puede sustituir una conexión genuina con los problemas que preocupan a los votantes.
Las redes sociales jugaron un papel crucial en estas elecciones, pero no de la manera que muchos esperaban. Mientras que plataformas como Instagram y TikTok fueron utilizadas para difundir mensajes de apoyo a Harris por parte de celebridades, otras redes como X (anteriormente Twitter) se convirtieron en campos de batalla para narrativas alternativas.
Elon Musk, propietario de X, utilizó su plataforma para desafiar abiertamente la narrativa mediática tradicional. Sus publicaciones y las de otros influencers conservadores alcanzaron millones de visualizaciones, ofreciendo una perspectiva diferente a la presentada por los medios convencionales. Un post de Musk que declaraba “el derrocamiento de los medios” alcanzó 6,5 millones de vistas, ilustrando el poder de estas plataformas para moldear la opinión pública.
La victoria de Trump demuestra la efectividad de una estrategia de comunicación que se alejó de lo “políticamente correcto” y se centró en mensajes directos y controvertidos. Esta aproximación resonó con un segmento significativo del electorado que se sentía desconectado de las narrativas progresistas dominantes en los medios tradicionales, al punto que el republicano ganó en segmentos como el de los hombres latinos; voto que anteriormente se le había resistido por el discurso de odio. Trump logró romper a los grupos que antes le eran adversos; esto incluye jóvenes que regularmente están apegados a ideales más progresistas.
Las elecciones de 2024 marcan un punto de inflexión en la comprensión de cómo funciona la comunicación política en la era digital. El triunfo de Trump, respaldado por figuras como Elon Musk y Joe Rogan, demuestra que las narrativas alternativas pueden tener un impacto significativo cuando se difunden a través de plataformas digitales influyentes. Para futuros ciclos electorales, será crucial que los candidatos y sus equipos desarrollen estrategias que vayan más allá del simple respaldo de celebridades y se centren en establecer conexiones auténticas con los votantes a través de múltiples canales de comunicación.