Una vez más, en la víspera del inicio del feriado un accidente arrancó la vida de cuatro personas en la vía que lleva de la Costa a la Sierra, por el noroccidente.
Hace algunos años, luego de la construcción de ese importante y alternativo paso vial por las sinuosas cejas de montaña, algún constructor dijo que era cuestión de tiempo. Que los taludes se estabilizarían. El mismo argumento se empleaba para una de las vías más transitadas del país, la carretera entre Alóag y Santo Domingo.
En los sesenta, se decía que debían pasar unos cuantos años para que las laderas se volvieran sólidas y la vía se estabilizara. Pero con dolor vemos la frecuencia con que los derrumbes se cobran vidas humanas.
El país vio cómo se hacía énfasis en las carreteras ensanchadas y mejoradas en los últimos años, lo cual es una realidad en muchos casos, pero hay vías importantes que no recibieron atención.
Una carretera matriz, que une a la capital con la Costa, merece un mejor trazado, puentes y túneles -ya se han construido algunos- con tecnología moderna, que es costosa, pero que bien se puede financiar con una adecuada asociación público-privada.
El país bien se merece una obra segura y rápida que una Quito y Guayaquil, la Sierra con la Costa. Se ahorraría tiempo para movilizar la producción y se salvarían vidas. Lo demás está en nuestras manos, más educación, prevención, sin superar el límite de velocidad. ¿Cuándo aprendemos?