Desde el primer día de enero, Quito es la Capital Americana de Cultura. Los vecinos de la ciudad reciben la distinción, que tiene precedentes de igual trascendencia, con buen talante.
En 1812 en Chile, y en atención a la gesta independentista, se nominó a Quito ‘Luz de América’. En 1978, la Unesco la distinguió como Patrimonio Cultural de la Humanidad. En el 2004 le cupo el título de Capital Iberoamericana y hoy llega el de Capital Cultural.
Para honrar su historia y hacer expresión colectiva de esta manifestación, se han planificado varios ejes de acción. Un primer esfuerzo irá encaminado a proyectar la imagen del Quito cosmopolita en el exterior y en una cita del Comité Ejecutivo de Ciudades Capitales.
En el segundo semestre se impulsará la esencia del Quito cultural, patrimonio artístico y religioso. Más adelante se refrescará el calendario con la propuesta del Quito verde, el turismo de aventura y la naturaleza. Finalmente, se proyectará, a tono con el calendario del último trimestre del año, aquel Quito festivo y popular.
Esencia de Quito es su emplazamiento geográfico y natural. En él se asentaron culturas ancestrales; tras los señoríos indígenas y el incario sobrevino la conquista española. El sincretismo cultural y religioso es expresión viva de este Quito mestizo que valora su ancestro indio y lo teje con el aporte hispano para moldear su personalidad.
Quito tuvo un ilustre cronista de la ciudad, Jorge Salvador Lara, vecino ejemplar que se retiró a fines del año pasado; se habrá de nombrar a quien le suceda, y deberá estar a la altura de su antecesor, para dar testimonio a la historia de este año especial cargado de símbolos y mensajes positivos y conciliadores, desde una historia ancestral hacia su proyección cosmopolita.