Asolo dos semanas de la elección presidencial, la campaña cobra matices de consecuencias preocupantes.
Se evidencia que el tiempo es corto y la ansiedad intensa, en ambas candidaturas finalistas. Como nunca antes había ocurrido, las redes sociales han dado su propia personalidad a la campaña. Informaciones y material audiovisual de recorridos, fragmentos de discursos e ideas proliferan. Por desgracia, también abundan los ataques bajos, los insultos y los linchamientos con palabras, así como los ‘hackeos’.
Siempre existieron las campañas sucias. Lanzar ataques, escarbar en la basura y en los armarios donde se ocultan los lados oscuros que las personas pueden tener y construir sobre bases ciertas o infladas armas arrojadizas para desacreditar rivales ha sido común. Se llegó en el país a pautar en medios masivos ofensas de alto calibre.
Hoy las redes, con un viso de verdad irrefutable, intentan conducir esos ataques camuflados en el eufemismo de ‘inteligencia social’; los ‘trolls’ son los nuevos operadores anónimos de infamias y agresiones. Hay que hacer un llamado para que el ciudadano no se deje contaminar de estos mensajes y sepa votar por ideas y programas.
Por si esto fuera poco, la confrontación verbal y la polarización pueden alentar episodios como los denunciados este fin de semana en Portoviejo. El uso de la violencia y la agresión merecen rechazo. EL COMERCIO aboga por una campaña limpia.