El Gobierno decidió hacer un cambio en el Banco Nacional de Fomento (BNF), que en pocos meses se llamará Banecuador.
Con 155 oficinas en 146 cantones, la institución se descentralizará. Las dependencias de Quito y Guayaquil se mantendrán pero Quevedo, provincia de Los Ríos, tendrá la oficina matriz.
La idea es que el cambio entre en vigor en noviembre, aunque sus aspectos cruciales empezarán a implementarse desde ya y mientras el BNF sigue operando.
Se trata de poner la tecnología al servicio de la entrega de créditos, con garantías reales para ciertos montos, e incluso créditos hipotecarios.
El problema clásico que acarreó el Banco se deberá subsanar. La alta cartera vencida, incobrable y hasta castigada, llevó a varias condonaciones. El Erario nacional asumía con dinero de toda la gente las pérdidas de negocios mal hechos, ineficiencias de los productores y hasta acuerdos políticos e influencias.
El dinero del BNF algunas veces fue mal dirigido. Las pérdidas en ocasiones se produjeron por inversiones mal hechas o por el fracaso en las cosechas. Se debiera volver a pensar en seguros agropecuarios que garanticen las cosechas y las ganancias y, a la institución bancaria remozada, la recuperación del dinero prestado.
Por lo pronto Ricardo Zurita, a cargo del proceso de transición, promete blindar al banco de influencias políticas. Además, dar un giro. El 70% de empleados tendrán que atender al público e ir hacia los clientes y sus propiedades.