En medio de las múltiples crisis que atraviesa el Ecuador y un torrente de noticias impactantes es reconfortante que las fiestas decembrinas continúen siendo un refugio.
Aún podemos admirar el brillo cálido de las luces navideñas, compartir una noche de velas o reunirnos para la novena en casa de algún vecino. Por lo tanto, estas costumbres, profundamente arraigadas en nuestra cultura, nos recuerdan la importancia de la unidad y la fe, y nos ofrecen un respiro ante la incertidumbre.
De hecho, en un país, mayoritariamente católico y cristiano, celebrar el nacimiento de Jesús sigue siendo un símbolo de esperanza y resiliencia, más allá de las sombras que nos rodean.
Sin embargo, el Ecuador enfrenta momentos críticos. Las tasas de criminalidad son alarmantes, y ciudades como Durán, Guayaquil, Manta o Machala lidian con un dolor constante.
No obstante, incluso en los lugares más afectados, la resistencia contra la violencia y la injusticia se mantiene firme.
En medio de esta realidad sombría surge una invitación implícita a celebrar la vida y a renovar nuestro compromiso con los más vulnerables: los niños, los desplazados, los que enfrentan la pobreza y el hambre.
Por otra parte, en este contexto de demanda social y presión económica es fundamental bajar el ritmo para cuidar de nuestra salud mental. Aprender a manejar el estrés y la ansiedad es otra forma de regalarte vida.
Tomarse unos minutos para respirar profundamente, para ser consciente de la vida misma, puede ser un acto de resistencia personal. Y, a la vez, de renovación.
De la misma manera celebra junto a tud seres queridos, aquellos que te ayudan a mantener los pies en la tierra o te inspiran a soñar en grande.
Además, este es un buen momento para retomar conversaciones pospuestas, para escuchar los consejos de quienes amamos y que, a veces, en su sabiduría, tienen las palabras que necesitamos para seguir adelante.
Así que aléjate del ruido cotidiano, reflexiona y agradece no solo por lo que tienes, sino también por lo que has perdido. Cada experiencia, incluso las dolorosas, deja una lección de vida.
Desconéctate, sin culpa, del uso compulsivo del celular y las redes sociales. Hay vida más allá de las pantallas.
Recuerda que tú mismo puedes ser un regalo para los que te rodean. En estos tiempos, dar sin esperar nada a cambio tiene un valor incalculable. En esa acción reside una belleza mayor que en el simple acto de recibir.
Finalmente busca y ofrece apoyo emocional en un entorno de comprensión y sin juicio. Que en estas fiestas encuentres plenitud en los pequeños detalles. La capacidad innata que todos tenemos para la resiliencia se fortalezca, florezca y nos guíe hacia un 2025 lleno de esperanza y propósito.
Querido lector de EL COMERCIO, que la paz y el gozo sean tu compañía en estas fiestas.