El país asiste perplejo a situaciones que muestran escenarios de tensión entre el poder civil y el estamento militar.
Ya es de sobra conocido el capítulo del parque los Samanes, el contrato celebrado entre dos ministerios y la disputa que generó sobre la interpretación de la operación de compra-venta.
La salida de la cúpula militar llevó luego de algunos meses a otras controversias entre el poder político y los militares por las pensiones jubilares y las bonificaciones que reciben al final de su carrera. Para el poder se trataba de mucho dinero y la pensión es mayor que la del común de los mortales, cierto es; para los militares el aporte durante su carrera es jugoso y el tipo de servicio tiene condiciones especiales. La divulgación de las tesis del Gobierno en los cuarteles no fue bien recibida y el debate en la Asamblea Nacional se realizó con episodios enojosos y el impedimento de que el Alto Mando pudiese exponer a los legisladores sus puntos de vista.
Correos electrónicos enviados por el Presidente tuvieron respuesta de varios oficiales, lo cual indignó al Jefe de Estado. El pedido de sanciones no fue tramitado y eso instaló más tensiones. El Presidente llama a los soldados a rebelarse contra los oficiales.
Nadie desconoce la jerarquía del poder político sobre el militar. Pero estos temas y la aparición de un vídeo con supuesto adiestramiento militar a civiles sorprenden y preocupan. Solo los uniformados pueden hacer uso del monopolio de la fuerza. Hay que investigar.