Julian Assange transgrede los límites y falta al respeto al país. Vuelve a abusar de su condición de asilado y de esa manera afecta las relaciones con Reino Unido y España.
La Cancillería ha reaccionado impidiendo que el australiano de nacimiento tenga conectividad. Pero la decisión oficial es tardía y acaso leve (se anuncian posibles nuevas medidas), frente a las reiteradas transgresiones del asilado a la hospitalidad ecuatoriana.
Assange decidió irrespetar las decisiones de la justicia inglesa y entró por su voluntad a la legación diplomática ecuatoriana en Londres, cuando tenía un requerimiento internacional por denuncias en un tribunal de Suecia.
El pirata informático temía la posibilidad de su extradición hacia Estados Unidos, por las revelaciones que hizo Wikileaks de documentos de seguridad, y por la condena a quien le proporcionó el material, el soldado Manning.
Durante su larga estadía, Assange se ha permitido hacer declaraciones que violentan sus límites como asilado y se refieren a asuntos internos de países que tienen buena relación con Ecuador.
En su último abuso comentó la captura del líder catalán Carles Puigdemont, requerido por la justicia española por rebelión, y hoy cautivo en Alemania a la espera de una posible extradición.
Pese a esa conducta, el Gobierno lo nacionalizó y buscó una solución no aceptada por Reino Unido. La falta de firmeza permitió que Assange abusara del asilo e hiciera una y otra vez declaraciones desafortunadas. Inadmisible.