La vía principal que une a la Sierra y la Costa, la carretera entre Alóag y Santo Domingo, es una de las más transitadas del país. Según datos del Consejo Provincial de Pichincha, en el 2013 en promedio circularon SFlb 18 700 vehículos. Para el 2035 se proyecta más de 30 000 automotores. En los feriados, como el que se inicia, el tráfico se vuelve mucho más denso y complicado.
La construcción de esta vía, con 50 años de uso, fue considerada titánica. En efecto, lo fue. Enfrentar los trabajos de ingeniería, volar la roca con dinamita y construir el serpenteante camino fue una odisea.
Pero debido a la inestabilidad del terreno, las lluvias siguen permeando la roca y esto provoca que los derrumbes sean constantes.
En 1966, 51 personas murieron. Hasta hoy los deslaves siguen causando tragedias. Pasajeros y cargamentos son constantemente interrumpidos. En la ruta de 101 kilómetros hay un tramo, que va de los km 11 al 94, especialmente crítico.
Los trabajos de mantenimiento son costosos -más de USD 2,5 millones en el 2013, lo mismo que la constante vigilancia y activación de equipos de emergencia y, sin duda, los destrozos materiales y el alto costo humano causado por las muertes y las lesiones.
En este período de Gobierno de siete años, cuyo sello ha sido la ampliación y la calidad de las carreteras, una obra crucial y culminante sería una nueva vía que una la Costa y la Sierra, un nuevo trazado o gigantescos túneles que impidan que los derrumbes sigan siendo parte de la historia.