Las oficinas del asambleísta Cléver Jiménez y la casa de su asesor, Fernando Villavicencio, fueron allanadas por agentes uniformados.
La orden, se dijo, atendía a una indagatoria por presunto espionaje de correos electrónicos de funcionarios públicos. Más tarde se supo que la Presidenta de la Asamblea decía haber emitido autorización para violentar la privacidad del despacho de su colega legislador. Los parlamentarios gozan de inmunidad.
Villavicencio describió la irrupción en la intimidad de su hogar, la búsqueda de supuesta evidencia frente a su familia -su esposa y dos pequeños hijos- como una acción que recrea episodios de otros tiempos en el Cono Sur, donde las fuerzas del orden investigaban con todo tipo de métodos.
Los indagados dicen que reciben constantemente documentos de supuestos casos de corrupción. No debemos perder de vista que una de las tareas de los asambleístas, de acuerdo con la letra de la Constitución, es fiscalizar a los otros poderes. Para ello, con la inmunidad parlamentaria, reciben y estudian documentos que luego pueden convertirse o no en asuntos dignos de fiscalización política. Tal la tarea parlamentaria en democracia .
Si tenían denuncias de corrupción -no se ha dicho ni su procedencia ni contra quién se formulaban- es un asunto, si una indagación previa puede ir tan lejos, hasta con allanamientos, es un tema muy distinto.
El allanamiento, de suyo, es una actitud extrema, muestra preocupante del estado de cosas que vivimos.