UN ALIVIO AL TRÁNSITO DE QUITO
Poco después de que la avenida Simón Bolívar fuera construida, en su primera etapa, durante la alcaldía de Jamil Mahuad (1992-1996), permaneció varios años subutilizada y pese a ello las primeras críticas apuntaban a problemas estructurales que solo se comenzaron a evidenciar cuando adquirió más relevancia para la circulación de vehículos.
Como es costumbre en nuestro país, cuando se construye una vía o una carretera, decenas de barrios se levantaron -sin el permiso de las autoridades- a los costados o en las laderas de esta importante autopista, que ayuda a descongestionar el tránsito para quienes entran o salen desde el norte y desde el sur de la ciudad.
El 2 de mayo pasado, una parte del talud en la avenida Simón Bolívar se derrumbó en el sector de La Forestal IV. La tierra y las piedras alcanzaron a cuatro vehículos que circulaban por el sector, lo que dejó un saldo de cinco personas fallecidas. Esto obligó al Municipio a cerrar temporalmente la vía.
Según los informes técnicos, el deslizamiento se produjo porque el agua se filtró y humedeció la montaña por causa de las filtraciones desde las precarias viviendas de los vecinos, quienes no contaban con el servicio de alcantarillado. A eso se sumó el recio invierno que azotó a la ciudad, que fue calificado como el más fuerte en los últimos 25 años. El cierre de la avenida Simón Bolívar generó congestiones en vías estratégicas del sur como Pedro Vicente Maldonado, Morán Valverde, Teniente Hugo Ortiz y Mariscal Sucre.
Un informe elaborado por la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas indica que entre Guápulo y Santa Rosa (33 km) hay 24 sitios proclives a deslaves. La alta velocidad y los accidentes son problemas que de manera urgente deben solucionar las autoridades.