El 2016 también será un año difícil. Los ajustes del Presupuesto se suman a una realidad de contracción económica.
El Régimen, que rechaza llamar a la crisis por su nombre, ha tenido que sincerar las cifras, en función de los impactos que son inevitables.
Si el precio internacional del crudo empezó a hacer mella desde el último trimestre del año 2014, en este 2016 la baja obliga a recalcular la fórmula contemplada en la Pro forma presupuestaria. Se consideró un barril de petróleo a USD 35. Hoy la nueva estimación es de USD 20 por cada barril.
Otro de los ingresos claves para el Fisco es el de la generación de impuestos. Las Aduanas reciben menos mercaderías como efecto de la baja de las importaciones y la aplicación de salvaguardias. Al contraerse la actividad económica individual se generan menos transacciones comerciales, baja la actividad productiva y las empresas y personas pagan menos impuestos.
La afectación la sienten de modo contundente los proveedores. Miles de personas que hacían negocios con el Estado, convertido en motor del modelo de la revolución, hoy sufren las consecuencias de atrasos en las planillas.
A los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), como lo advirtieron Jaime Nebot, Jimmy Jairala y otros alcaldes y prefectos, no les basta con recibir lo que les debían hasta diciembre.
El ministro de Finanzas, Fausto Herrera, ahora habla de un recorte de USD 200 millones. Es la dura realidad.