Como responsabilidad directa de los gobiernos locales, el acceso al servicio de agua potable es aún una tarea pendiente en Ecuador.
Según un reportaje de este Diario, que recoge cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en el país alrededor del 72% de las viviendas se abastece del agua potable de la red pública.
Y aunque hay ciudades con coberturas que llegan prácticamente al 100% de la población, como Quito, Guayaquil o Cuenca, hay otras que lucen ancladas en el pasado y la desatención, donde las personas consiguen el líquido de pozos, no pocas veces contaminado por las aguas servidas de pozos sépticos cercanos.
No es el único contraste en esta materia que refleja el desigual desarrollo en las distintas regiones del Ecuador. Hay provincias como Azuay donde la tercera parte de los habitantes bebe el agua directamente del grifo, mientras en otras como Galápagos o Manabí la gente no la consume si no es hervida antes. Esto tiene que ver con la percepción sobre la calidad del agua potable que tienen los ecuatorianos.
Todas las cifras sobre el acceso y la calidad del agua están relacionadas con índices de salud (en el mundo se registran unas 5 000 muertes al día, la mayoría de menores de edad, por falta de acceso al agua en condiciones adecuadas, según organismos internacionales), por lo que debieran convertirse en la prioridad de las autoridades.