El Gobierno anuncia para la próxima semana revelar las fuentes de recursos con los cuales intentar financiar el abultado Presupuesto para el año 2010.
De USD 21 000 millones de dólares del Presupuesto, en una economía de poco crecimiento, con un PIB de USD 51 000 millones en el 2009, requerir de más de USD 4 100 millones de financiamiento externo parece significativo.
Hasta el momento se hallan comprometidos 550 millones de empréstitos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Corporación Andina de Fomento (CAF).
Los recursos a conseguir deberán emplearse en inversión, que es el único camino para reactivar la economía con una base sólida. El dinero inyectado en el pasado, proveniente de distintas fuentes, generó liquidez y un parte se agotó en el gasto corriente, diluyendo esos recursos sin generar empleo ni crecimiento, es decir, sin mayor beneficio.
Ha sido tradicional, además, que del Presupuesto proyectado al ejecutado medie una considerable distancia. Los grandes proyectos de inversión indispensables para sustentar el desarrollo suelen pagar las consecuencias.
Ahora se han prometido proyectos grandes ligados a la generación eléctrica y petrolera que todavía no se concretan. Si esos contratos se firman con los “nuevos países amigos”, una parte de esos recursos podría ingresar a la economía.
La lección aprendida en 2009 de un crédito oneroso con China con un interés del 7.25% y pagado con petróleo, y la captación de dineros de los afiliados del Seguro Social, no parecen las mejores fórmulas a repetir.
Más allá de los adjetivos y la descalificación que usan ciertas autoridades, su responsabilidad es rendir cuentas del manejo de la cosa pública al país.