La operación aérea de carga iniciada desde el aeropuerto de Latacunga por una empresa y el anuncio de otras posibles firmas interesadas llama la atención sobre la política pública desplegada por este Gobierno en materia de aeropuertos.
Pese a que se ha anunciado la inauguración del nuevo aeropuerto de Quito, situado en Tababela, al oriente de la capital, este tiene dificultades prácticas que parecen insubsanables en el corto plazo.
Hay toda una planificación en materia de la obra vial que es indispensable para acompañar al nuevo aeropuerto sin la cual su operación se haría impracticable. Hoy por hoy, la ruta interoceánica, que une el centro de Quito con los valles de Cumbayá y Tumbaco está muy congestionada. El paso por el único puente sobre el río Chiche es precario, ya que se trató de una plataforma ‘provisional’ instalada cuando se construía el oleoducto, en la década de los 70. Los otros accesos todavía están en veremos. Falta un puente en la ruta norte, Collas-Guayllabamba; la Ruta Viva tardará un tiempo por las dificultades de expropiación y la requerida construcción del nuevo puente sobre el Chiche. La vía directa Gualo-Tababela se abandonó hace tiempo, pese a que contaba con financiamiento.
La operación de varias terminales en las que el Gobierno gastó millones parece no justificar la gran inversión, ya que poco se usan. Latacunga se sustentaría si se regularizan operaciones de carga. La gasolina de avión está subsidiada. No hay infraestructura suficiente en materia de cuartos fríos para exportar las flores de la zona o aun de Quito.
Otro aspecto a debatir es la rentabilidad del aeropuerto de Quito. Si la operación por Latacunga se incrementa, esto le quitaría flujo económico a la terminal capitalina. Esto dentro de un plan aeroportuario que debe aclararse.