El grupo de las más grandes economías mundiales, conocido como G20, se reunió en Osaka, Japón, para ratificar los acuerdos en la difícil lucha contra el cambio climático.
Como sucedió el año pasado en Buenos Aires, Estados Unidos se mantiene al margen, pero la fortaleza y convicción de las ideas que priman por conservar al planeta, formuladas en París en el 2015, salieron airosas.
La preocupación de que Donald Trump atrajera más adherentes a su tesis mantuvo a los líderes de la Unión Europea (UE), Ángela Merkel y Emmanuel Macron, atentos al desenlace. Existía la posibilidad de que Brasil no plegara, pero la buena noticia es que una vez más 19 países seguirán en esta cruzada por el planeta.
Otro tema atado a estas discusiones tiene que ver con las asimetrías en materia comercial. La posibilidad de reformar algunos puntos esenciales de la Organización Mundial de Comercio (OMC) estuvo presente en las mesas de negociaciones.
La idea que prima es que el comercio debe ser justo, transparente y sin discriminación, y esa es una buena noticia que queda como resultado de esta cumbre. En días anteriores, los puntos duros que planteó Trump hicieron pensar en un fracaso del cónclave, lo cual finalmente no ocurrió.
Trump tiene una metodología táctica que le funcionó en los negocios privados y busca traspasar a la política. Entrar con posturas duras para luego bajar las lanzas.Ese aspecto debemos advertir frente a la tensión comercial con China, que merecerá otros puntos para el análisis.
También es menester tomar en cuenta que en Estados Unidos los dos principales partidos inician una etapa de debates y elecciones primarias con miras a los comicios presidenciales.
Ese aspecto muchas veces condiciona a la política internacional de un Presidente, sobre todo uno con las características de Donald Trump, quien busca su reelección.
En el cierre de la cumbre de Osaka, EE.UU. y China alcanzaron una tregua en materia comercial y la expectativa es que ambas potencias reanuden sus negociaciones. El mundo respira algo más de tranquilidad.