La violencia sexual en las instituciones educativas de Ecuador es un problema endémico que ha sido ignorado demasiado tiempo. El reciente informe de Human Rights Watch: Como poniendo parches, revela que miles de casos de abuso se mantienen en las aulas a escala nacional.
La impunidad y la falta de recursos han perpetuado un ciclo de sufrimiento para las víctimas. Si bien este fenómeno no es exclusivo de Ecuador, aquí demanda respuestas decididas y urgentes.
El informe destaca que la violencia sexual afecta a estudiantes desde la educación preescolar hasta la secundaria. Docentes y personal escolar están entre los agresores.
A pesar de los compromisos del gobierno ecuatoriano, Human Rights Watch concluyó que la violencia sexual sigue siendo endémica en las instituciones educativas.
En la última década, se han registrado 6 438 casos de violencia sexual, afecta a 7 303 niños, niñas y adolescentes, y 2 827 de estos casos ocurrieron en apenas últimos cuatro años.
Las víctimas enfrentan serios obstáculos al buscar justicia, incluyendo la revictimización y la falta de confianza en un sistema judicial que parece estar diseñado para proteger a los violadores.
Uno de los problemas más alarmantes es la escasez de fiscales y recursos en el sistema judicial. La tasa de fiscales al 31 de diciembre de 2023 es de 4,91 fiscales por cada 100 000 habitantes.
Esto quiere decir que, para cumplir con el estándar latinoamericano, la Fiscalía General del Estado debería incorporar, al menos, 564 agentes fiscales con sus secretarios y asistentes (1692 servidores judiciales, en total) para cubrir la demanda ciudadana.
Esta falta de personal no solo retrasa las investigaciones, también contribuye a la revictimización de las víctimas, quienes se ven obligadas a repetir su historia en múltiples ocasiones.
El acceso a la justicia es difícil. Muchas víctimas y familias no denuncian por la percepción de impunidad y de que el proceso es hostil y prolongado. Su salud mental se ve afectada por un sistema que no solo es ineficaz, sino que también puede ser revictimizante.
Las familias enfrentan barreras significativas en cada etapa del proceso judicial. Esto lleva a muchos a abandonar sus denuncias y, en consecuencia, a que los agresores queden impunes.
El informe de Human Rights Watch recomienda medidas concretas como la implementación de protocolos claros para la denuncia y respuesta a los casos de abuso, así como la capacitación del personal educativo en la prevención y manejo de la violencia sexual.
Estas medidas deben ir acompañadas de un compromiso real de financiamiento y recursos adecuados. La Educación Sexual Integral (ESI) debe ser parte del currículo escolar, no solo como un requisito, sino como una herramienta para empoderar a los estudiantes y crear un entorno de respeto y consentimiento.
Hay otros países de los que se puede aprender estrategias que han demostrado ser efectivas. En Suecia y los Países Bajos, la ESI se ha integrado en el currículo escolar desde una edad temprana. Se promovió una cultura de respeto y consentimiento.
En Australia, los protocolos de denuncia han empoderado a los estudiantes para que se sientan seguros al reportar abusos. Estas iniciativas no solo abordan el problema de la violencia sexual, sino que también fomentan un entorno educativo más saludable y equitativo.
La lucha contra la violencia sexual en las instituciones educativas no solo se trata de políticas; es una cuestión de justicia social. Esto implica no nada más la implementación de medidas preventivas y de apoyo a las víctimas. Falta garantizar el acceso a la atención y a la justicia que merecen.
Las ONG, los defensores de los DD.HH. y los ciudadanos deben alzar la voz y exigir cambios. La sensibilización y la educación en la comunidad son claves para desmantelar las normas culturales que perpetúan la violencia y el silencio.
La violencia sexual en las instituciones educativas es un problema que no podemos permitir que continúe. No es posible estar de brazos cruzados o con acciones burocráticas y lentas. El llamado que hace Human Rights Watch es para actuar ahora.